0037_Agustín Acosta. Segundo
Agustín Acosta 2º
II
Pidió que la llevaran a la fuente,
junto al blanco jazmín de hojas marchitas,
y la envolvieron perfumadamente
las azucenas y las margaritas.
Estaba bella, como un taciturno
crepúsculo de sol, ágata y lila;
con mucho de sonata y de nocturno
en el piano sin voz de su pupila...
Pálida como un pétalo guardado
en las hojas de un libro de pecado,
a sus últimos pajes sonreía...
Mientras sobre la linfa de la fuente
la anemia sofocada del Poniente
reflejaba su lánguida agonía.
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